Quien quiera restarle importancia a lo que vienen haciendo las zonas, los estudiantes, los sindicatos independientes y ciudadanos con alto nivel de solidaridad, cometen un gran error. Este tipo de movimientos nace y crece debido a los altos niveles de incredulidad y de falta representatividad de los partidos políticos, y de aquellos grupos de "amiguis". En ello también, se ven arrastradas las centrales sindicales.

Muchas de estas organizaciones tradicionales se han preocupado únicamente en salir en la portada de algún periódico limeño y en tener cierta cobertura en la prensa, sin embargo se olvidaron de lo mas importante, generar relación con la gente, con la base, aquellos actores esenciales para lograr esa transformación que necesita nuestro país.

La validez legal que otorga el estado a un partido, sindicato, o a una central, y hasta salir en alguna página de un periódico, no puede confundirse con el poseer la autoridad o representación legítima de una parte de la sociedad.

Reflexionar, ser autocríticos, darse cuenta que no somos dueños de nadie y mucho menos del control de este movimiento que se creo, sin planificación de algún partido, sindicato, central o zona- ya que se generó por un grave error político del gobierno- es el principio para conversar, coordinar y quizá formar grandes alianzas y cadenas ciudadanas, que tengan objetivos claros y definidos para alcanzar ese tan añorado cambio en el Perú.