Hace unas semanas, fui invitado a participar de un evento internacional para tratar la desigualdad en el mundo laboral: El papel del diálogo social y de sus instituciones en la lucha contra las desigualdades en el mundo del trabajo. 

Este evento lo organizó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Asociación Internacional de Consejos Económicos Sociales (AICESIS). 

Para mí, ha sido gratificante participar en este evento en representación de la Central Unitaria de Trabajadores del Perú (CUT-PERÚ), y compartir con compañeros de Brasil, África, Europa y China.

Tuve muy gratas conversaciones con los secretarios de los Consejos Económicos de Grecia, Francia, Mónaco y representantes de la OIT. Mirar desde la realidad de Europa es sumamente distinto a mirar desde Latinoamérica y desde Perú. La brecha es inmensa.

¡Wolter, si una clínica hubiera hecho eso acá, la incendiaban! 

Conversar sobre los servicios públicos, la educación, la salud y el transporte; conocer de primera mano esa realidad y compararla con lo que vivimos en Latinoamérica, sinceramente me golpeó. Tuve oportunidad de contar los abusos de las clínicas privadas en el Perú, que en plena pandemia cobraban hasta 80,000 euros para atender a los contagiados de Covid-19. ¡Wolter, si una clínica hubiera hecho eso acá, la incendiaban! fue una de las respuestas que recibí.

Por otro lado, conocer los puntos de vista de los efectos de las privatizaciones en los servicios públicos, de las principales fuentes de ingresos de algunos países europeos, del impacto de China en sus sociedades, de cómo están tratando el empleo y la educación, y qué tienen planeado para los próximos años, ha sido y es importante para este andar.

En el evento, planteé cuatro temas que generaron cierto debate y que, entre los cafés, provocaron que sonrientemente algunos compañeros europeos me digan “Marxisme”:

1. El primero es que la OIT, dentro de sus informes de desigualdad, coloque como un elemento de observación el acceso al empleo por la cuestión de clase social. Informé que, en mi país, los mejores puestos de trabajo y de dirección en las empresas transnacionales los ocupan quienes provienen de colegios privados y de universidades privadas de las clases más pudientes. Sostuve que esa realidad debe constar en las estadísticas para evaluar seriamente la desigualdad.

2. Además, que en los informes y sus investigaciones de la OIT se elabore un análisis de los puestos de trabajo que están desapareciendo y de aquellos puestos que están siendo trasladados a otro país producto del cambio tecnológico y el teletrabajo. Esta información es esencial para los actores sociales.

3. Se planteó también la necesidad de tratar el empleo y la educación dentro de las agendas de los espacios de diálogo de forma conjunta. La reivindicación de los derechos laborales no solo está basada en mejores remuneraciones y condiciones de trabajo, sino que también incluye el derecho de los trabajadores a participar de las decisiones en el ámbito educativo y de generación de empleo en cualquier país.

4. Asimismo, dentro de los informes e investigaciones de desigualdad, se planteó que incluyan el acceso a la justicia. Informé que, en el Perú, un proceso laboral puede durar más de 17 años. El acceso a la justicia y sus resultados deben formar parte de los análisis de desigualdad, con el fin de ir reduciéndola.

En conclusión, participar en este evento ha sido una experiencia enriquecedora y desafiante para mí, como representante sindical y como trabajador comprometido con la lucha contra la desigualdad. He podido contrastar las realidades de diferentes regiones del mundo, y aprender de las perspectivas y propuestas de otros actores sociales. He planteado también algunos temas que considero relevantes para abordar la desigualdad desde una mirada integral y crítica, que tome en cuenta las dimensiones de clase, tecnología, educación y justicia. Espero que este evento sea el inicio de un diálogo fructífero y constructivo entre los trabajadores, los gobiernos, la OIT y la Asociación de Consejos Económicos, para avanzar hacia un mundo más justo y solidario.

Me despido agradeciendo la gran hospitalidad de Apostolos Xyraphis de Grecia, la cortesía de Rodolfo Berlin de Mónaco, y las buenas conversaciones con Mónica Veloso, y Marcela Maris de Brasil.