Desobediencia Civil: Lecciones de Thoreau para los trabajadores
Mi gran amigo Máximo Kinast me regaló un texto escrito por Henry David Thoreau, llamado Desobediencia Civil. Después de leerlo deseo compartir algunas reflexiones que considero importantes para los trabajadores que aspiramos a tener un mejor país.
¿Qué tiene que ver Thoreau con la lucha de los trabajadores? Pues, creo que mucho.
En su texto "Desobediencia Civil", escrito hace más de 170 años, Thoreau hace una crítica al Estado estadounidense por su accionar mediocre y por promover ciudadanos meramente consumistas, que no reclaman y creen vivir en libertad solo por tener el derecho al voto.
Thoreau fue encarcelado por negarse a pagar ciertos impuestos, en protesta contra el gobierno y sus políticas injustas, aunque sí estaba dispuesto a contribuir en aspectos como la educación y la infraestructura.
En su texto hace alusión a Daniel Webster, quién fue un político estadounidense, conocido por su elocuencia, pero que, en la práctica, fue un agente para que se mantuviera el statu quo. Ante el esclavismo que en ese entonces era legal, consideró que no debería tocarse ese tema porque formaba parte de acuerdos adoptados entre los grupos de ese entonces. Brilló por su prudencia, jamás por sabiduría, sentenciaría Thoreau.
Recordar lo que criticaba de Webster es recordar que hoy contamos con cientos de políticos y dirigentes sociales que, al igual que Webster, hablan muy bien, tienen años de experiencia en el campo de las organizaciones sociales, pero su discurso y accionar es estéril y temporal. No buscan hacer cambios estructurales que nos permitan tener un Estado que no se deje pisotear por las élites que adoran ciegamente lo privado.
Thoreau critica a quienes solo se quedan en la queja sin pasar a la acción, utilizando la analogía de un deudor: ¿acaso alguien que tiene dinero por cobrar se conformaría solo con reclamar? No, haría todo lo posible para obtener su pago. Esa misma determinación debe aplicarse a causas de mayor envergadura que beneficien a la sociedad en su conjunto.
"Desobedecer" y "enfrentar" son las lecciones de su pensamiento, y esto encaja con la realidad de los trabajadores en el Perú y en Sudamérica.
El modelo económico impuesto en el Perú desde los años noventa, con la Constitución de 1993, refleja un desprecio por lo público y la utilización del Estado a favor del sector privado, priorizándolo por encima de los derechos ciudadanos y laborales. Esta tendencia se ha replicado en diversas constituciones de la región, consolidando la reducción de derechos de los trabajadores en favor del mercado y las grandes corporaciones.
Es aquí donde el pensamiento de Thoreau cobra relevancia para los trabajadores y los sindicatos: enfrentar esta realidad y exigir que el Estado trabaje para los ciudadanos y no para las élites empresariales, sean nacionales o transnacionales, que solo han buscado enriquecerse a costa de las reglas impuestas por el propio Estado.
Enfrentar incansablemente las estructuras de poder es un deber como trabajadores y, aún más, como dirigentes sociales.
Una lección final del texto es que Thoreau aspiraba a que el Estado sirva para beneficiar a sus integrantes tanto en el aspecto individual como colectivo, algo que desde luego es una aspiración que muchos compartimos, y que, en otros continentes, como el asiático, aparentemente han decidido alcanzar.
Como dijo José Martí: 'Los derechos se conquistan, no se mendigan'. Si los trabajadores no enfrentamos a las élites que han secuestrado el Estado, seguiremos sometidos. No basta con denunciar, hay que organizarse y confrontar.